Las compañías japonesas nos dejaron en las últimas dos décadas un amplio historial de fusiones que les han permitido sobrevivir a los cambios que se han dado en la industria del videojuego hasta la actualidad. Square con Enix, Bandai con Namco, Tecmo con Koei, Sega con Sammy, etc. Pero antes de que ocurriera todo eso, en plena década de los 90 Sega no fue ajena a esta tendencia y llegó a plantearse comprar otra compañía para ampliar su proyección internacional.
Corría el año 1997, con una Sega que no pasaba precisamente por su mejor momento comercial con Saturn y ya planeaba en el aire el que sería el lanzamiento japonés de Dreamcast tan sólo un año después. Pese a ello la compañía no tenía la moral baja y planeaba ampliar su mercado hacia otros medios audiovisuales y de entretenimiento. Sin embargo, sus directivos sabían que para ello debían colaborar con otra empresa con experiencia y franquicias atractivas para el mercado internacional.
La candidata elegida para comenzar conversaciones fue Bandai. En aquel entonces (y todavía hoy) la compañía japonesa era un gigante juguetero reconocido en todo el planeta gracias a los Digimon, Tamagotchi, Power Rangers o Dragon Ball entre muchos otros productos. En un principio la directiva de Bandai tomó en serio la propuesta y de este modo ambas compañías comenzaron a planear un posible futuro juntas en Enero de 1997.
Los medios llegaron a recoger la supuesta operación como el intento de Sega por ser "la próxima Disney" y se calculaba que el conjunto de la hipotética Sega Bandai colocaría a la compañía al mismo nivel o por encima de marcas como Nintendo, Hasbro o Mattel.
Sin embargo, llegaría la fecha de cierre del trato, Octubre de 1997 sin que ninguna de las dos partes firmara el acuerdo de forma definitiva. Al parecer con el paso de los meses los directivos de Bandai ya no estaban tan convencidos de lo positivo que podía llegar a ser esta unión. Probablemente la delicada situación de Sega, que estaba quedando en un segundo plano en el mundo del videojuego, sembró las dudas sobre su futuro.
Posteriormente como todos sabréis, Sega se vio obligada a abandonar en 2001 la producción de consolas para evitar la bancarrota y acabaría unos años después unida a Sammy, la reina del universo pachinko en Japón en lo que pasó a llamarse Sega Sammy Holdings. Sin embargo poco antes de que se cerrara esa fusión en 2004, Sega también tuvo conversaciones con otras compañías del sector.
En concreto entre finales de 2002 y principios de 2003 Sega confirmó que había habido acercamientos con la que hasta entonces había sido su gran rival en el mundo arcade, Namco. De haberse llevado a cabo la fusión probablemente habría resultado una compañía de videojuegos mucho más potente que la actual Sega Sammy aunque también bastante más redundante en cuanto a negocios y franquicias. Después de todo, ambas compañías tuvieron en los 90 una dura lucha por los arcades con catálogos bastante similares.
Finalmente estas conversaciones no llegarían a buen puerto y Namco acabó uniéndose curiosamente con Bandai en 2005, en lo que ha resultado una operación bastante exitosa para ambas partes. Sega por su parte continúa un tanto perdida en el mundo del videojuego y parece que no ha sabido manejar sus franquicias con el mismo grado de acierto que tuvo en el pasado.
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